La enfermedad o mal de Chagas es provocada por el parásito Trypanosoma cruzi, se propaga por la picadura de los insectos redúvidos o triatominos (chinches), y a pesar de ser una afección de creciente presencia mundial, es uno de los mayores problemas de salud en América Latina, afectando a 21 países de la región.
Esta afección es el resultado de un problema de salud complejo típico de las enfermedades tropicales desatendidas y de las enfermedades socialmente determinadas. Un diagnóstico erróneo o tardío con un tratamiento y seguimiento inexistentes o incompletos puede hacer que esta infección sea potencialmente letal.
Se estima que entre 6 y 7 millones de personas en todo el mundo están infectadas, lo que provoca aproximadamente 12.000 muertes cada año. Actualmente se considera que hay unos 75 millones de personas en riesgo de infección.
La enfermedad de Chagas tiene dos fases: la aguda inicial, que dura de uno a dos meses tras la infección. Aunque un gran número de parásitos pueden circular en la sangre, en la mayoría de los casos no aparecen síntomas o estos son leves e inespecíficos como fiebre, dolor de cabeza, ganglios linfáticos agrandados, palidez, dolor muscular, dificultad para respirar, hinchazón y dolor abdominal o torácico.
La otra es la fase crónica: luego de la picadura del insecto, los parásitos permanecen ocultos en los músculos cardiaco y digestivo. Uno y tres decenios después de la infección, la enfermedad puede aparecer causando la muerte súbita por arritmias cardíacas o insuficiencia cardíaca progresiva como consecuencia de la destrucción del sistema nervioso y del músculo cardíaco generada por la infección.
La enfermedad de Chagas puede atacarse con medicamentos que matan el parásito y son plenamente eficaces para curar la enfermedad si se administran al comienzo de la fase aguda.