Pacientes trasplantados: el inicio de una vida de cambios

Las organizaciones de salud promueven la campaña: "Sin donantes, no hay trasplantes".

La vida después de un trasplante implica una serie de cambios y ajustes. Aunque se espera una mejora en la calidad de vida, el paciente debe seguir un riguroso protocolo de cuidados y seguimiento para asegurar el éxito del trasplante y prevenir complicaciones.

El trasplante es un procedimiento que se hace para reemplazar uno de sus órganos dañado con el órgano sano de otra persona. La cirugía es solo una parte de un proceso complejo y prolongado. Desde el primer trasplante de riñón en 1965, se han transferido cientos de miles de órganos en todo el mundo y se han salvado miles de vidas.

La cirugía de trasplante se hace más frecuentemente para reemplazar una parte del cuerpo enferma con una saludable. Las experiencias de trasplante de órganos han sido muchas a lo largo de la historia; en la actualidad se puede realizar para reemplazar córnea dañada o enferma, corazón, riñón, hígado, pulmón, páncreas y hasta células de los islotes y trasplante intestinal. Después existen otros trasplantes que no son de órganos sólidos, como los de sangre o médula ósea.

Las cirugías de trasplante de órganos conllevan complicaciones y riesgos, como cualquier otra. El proceso quirúrgico comienza desde antes, cuando los pacientes son sometidos a un examen médico completo para identificar y tratar todos los problemas, como enfermedad renal y cardíaca. El equipo de trasplantes lo evaluará y revisará su historia clínica para determinar si satisface los criterios para el trasplante del órgano. La mayoría de los tipos de trasplantes de órganos tienen pautas que detallan qué tipo de persona tiene mayor probabilidad de beneficiarse de un trasplante y podrá manejar el proceso que representa un reto.

Una de las incógnitas es saber cómo sigue la vida de esas personas una vez que superan la operación del trasplante y tienen el alta médica para irse a sus casas. Es muy común que se asocie el trasplante como el “final” del proceso, pero se debe tener en cuenta que después del trasplante empieza una nueva etapa de desafíos y cuidados para el resto de la vida de estos pacientes.

Una vez fuera del centro médico, el paciente seguirá necesitando seguimiento médico; necesitará análisis de sangre periódicos para controlar la función renal, los niveles de inmunosupresores y detectar signos de infección o rechazo. En cuanto a la actividad física, estará restringida durante varias semanas; en muchos casos no podrá levantar objetos pesados y tiene que mantener una actitud de «tranquilidad».

El regreso al trabajo sólo se puede producir después de que su médico lo autorice. Podrían pasar hasta dos meses antes de que esté listo para volver. Es necesario que siga las indicaciones de su médico; no se apresure a iniciar la actividad física hasta que haya hablado con él y recibido la aprobación. Volver a la actividad demasiado pronto podría poner en riesgo su trasplante y su salud. Así mismo, los especialistas recomiendan mantener una dieta y un estilo de vida saludables tanto antes como después del trasplante; es clave para aprovechar al máximo su trasplante.

Por lo general, después de superar con éxito las observaciones, la mayoría de las personas trasplantadas poseen una buena calidad de vida. Por ejemplo, la supervivencia al año de las personas con trasplante hepático es en la actualidad superior al 85%. Además, son muchos los aspectos que han mejorado en los últimos años: la cirugía, la medicación y la esperanza de vida.

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