El paro cardiorrespiratorio (PCR) es una situación médica en la que la función cardíaca y respiratoria se detiene abruptamente, lo que puede llevar a la muerte si no se trata rápidamente. En esencia, significa que el corazón deja de bombear sangre y el sistema respiratorio deja de funcionar, interrumpiendo el flujo de oxígeno a los órganos vitales. Esta situación tiene la particularidad de que puede ocurrir en cualquier momento y muchas veces sin previo aviso.
Uno de los métodos de ayuda más sencillos y efectivos para esto es la reanimación cardiopulmonar (RCP), que es un tratamiento de emergencia que se realiza cuando alguien no respira o no tiene pulso, por ejemplo, cuando una persona tiene un ataque cardíaco o casi se ahoga. La RCP puede salvar la vida.
Las diferentes asociaciones mundiales relacionadas con el tema recomiendan que, para comenzar la RCP, se apliquen presiones fuertes y rápidas en el pecho, las cuales se conocen como compresiones. Esta recomendación de RCP solo con las manos es para las personas que no tienen capacitación y el personal de primeros auxilios.
Más allá de que es un tema relacionado con la salud, no necesariamente debes ser médico para aplicar RCP en momentos donde se necesite esta maniobra de resucitación. Por eso es clave que los organismos involucrados promuevan la importancia de la capacitación de reanimación cardiopulmonar básica y generen conciencia sobre cómo se debe actuar ante un paro cardiorespiratorio.
Ya que saber cómo reaccionar en esos primeros minutos puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Es importante destacar que cada segundo cuenta en una situación de paro cardiorrespiratorio, por lo que la capacitación en resucitación cardíaca básica es crucial. La tasa de supervivencia de las personas que reciben RCP varía significativamente según el entorno donde se administra.
En promedio, la supervivencia en los paros cardíacos extrahospitalarios ronda el 10 %. Sin embargo, cuando la RCP se administra de forma inmediata y eficaz, la probabilidad de supervivencia puede duplicarse o incluso triplicarse. De allí la importancia de que el procedimiento de RCP sea global.
Por otro lado, es un procedimiento de emergencia vital que se utiliza para ayudar a una persona que ha sufrido un paro cardíaco y no respira. La implementación de las leyes del Buen Samaritano, que protegen a las personas de toda responsabilidad al intentar ayudar en una emergencia, se ha asociado con un aumento en la disposición de los transeúntes a realizar RCP.
El proceso para realizar RCP consta de dos componentes clave: compresiones torácicas y respiración artificial (en algunos casos). Para administrar la RCP de manera efectiva, primero, coloque a la persona en decúbito supino (boca arriba) sobre una superficie sólida y nivelada. Asegúrese de que estas compresiones sean firmes y rápidas, con descansos mínimos. Continúe realizando RCP hasta que llegue la asistencia médica profesional o la persona comience a mostrar signos de recuperación.
La respiración artificial (o ventilación de rescate) no es necesaria en todas las situaciones de RCP. La que se hace «solo con manos» es una técnica efectiva y se recomienda cuando la persona no respira ni tiene pulso. Sin embargo, la respiración artificial puede ser crucial en ciertas situaciones, como en el caso de paros cardíacos causados por ahogamiento o en bebés.