Reviviendo clásicos, preservando historia

Tras la restauración, preservación y difusión del patrimonio cinematográfico.

Hay películas que no deberían volver a verse, con dedicarles solo una vez horas de nuestra existencia, y desperdiciar minutos de nuestra vida viéndolas es suficiente. Sin embargo, hay otras que merecen la pena ver y volverlas a ver, analizarlas, comentarlas, utilizarlas en clase, versionarlas…Esas son las películas que no quisiera que se perdieran, y cuando mis hijos me pregunten por el buen cine, poder mostrárselas.

Es una obviedad que el pasar del tiempo es aplastante, y tal como el cuerpo humano envejece, los filmes también.

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Contra la mitad del cine que se ha hecho en el mundo (las imágenes en movimiento que se capturaban con película fotoquímica y los rollos en el proyector), hay factores que atentan, entre ellos la temperatura, la luz, la sobreexposición e incluso, el mal manejo. La buena noticia es que existen especialista que se dedican a preservar lo mejor de lo mejor del cine, someten los filmes a un tratamiento, buscan las primeras versiones de la película que quieren revivir y crean lo que se denomina “una copia preimpresa. Así, cuando toque contar las mejores cosas de este mundo, podremos mostrar esas películas que tanto nos enseñaron y disfrutamos. Sobre como se restauran los filmes, y que tan avanzada es la técnica, te contaré a continuación.

Muchos clásicos del cine mundial han sido restaurados a lo largo de los años gracias a esfuerzos de instituciones. Del cine hollywoodense tenemos a Citizen Kane (1941), The Godfather (1972), Metropolis (1927); del cine europeo La Dolce Vita (1960), L`Avventura (1960), Los 400 golpes (1959); del cine asiático Rashömon (1950), Tokyo Story (1953); y del cine latinoamericano Limite (1931), Memorias del Subdesarrollo (1969), entre muchas otras.

Lejos de ser un simple proceso técnico, restaurar un filme es un acto cultural, histórico y emocional que conecta generaciones y protege la memoria colectiva de la humanidad. Cintas de celuloide que datan del siglo XX —e incluso del XIX— sufren daños físicos: se descomponen, se quiebran, pierden color o sonido. Se estima que más del 70% del cine mudo y una gran parte del cine sonoro anterior a 1950 está perdido o dañado de forma irreversible. Restaurar un filme no solo implica limpiarlo y digitalizarlo, sino reconstruirlo escena por escena, a veces utilizando fragmentos hallados en distintos archivos del mundo.

Entre las instituciones mundiales dedicadas a la restauración de filmes se encuentran The Film Foundation (EE. UU.), UNESCO – Memory of the World Programme, Cineteca di Bologna – L’Immagine Ritrovata, La Cinémathèque Française, Gosfilmofond y Filmoteca UNAM, como unas de las más conocidas. Estas, lideran proyectos que combinan alta tecnología con una meticulosa investigación histórica. Cada restauración es un rompecabezas: encontrar la versión original del montaje, la banda sonora más fiel, y hasta corregir errores de traducción o subtítulos con décadas de antigüedad.

Uno de los casos más emblemáticos fue la restauración de «Metropolis» (1927) de Fritz Lang. Considerada una de las primeras superproducciones del cine, fue mutilada tras su estreno y durante décadas solo se conocían versiones incompletas. En 2008, se descubrió una copia casi íntegra en Buenos Aires. Gracias a una colaboración internacional, la película fue restaurada casi por completo en 2010, recuperando su fuerza narrativa y visual. La restauración también cumple una función geopolítica. Proyectos como el World Cinema Project, fundado por Martin Scorsese, buscan salvar el cine de regiones históricamente ignoradas, como África, Asia Central o América Latina. Restaurar películas de estos lugares no solo preserva el cine, sino que rescata lenguas, costumbres y memorias que podrían desaparecer.

La restauración de películas es un proceso caro, e implica diversas técnicas, tanto manuales como digitales. Las técnicas manuales incluyen la reparación física de la película rota o dañada, la limpieza de la película con soluciones especializadas y la eliminación de arañazos o suciedad con herramientas delicadas. Las técnicas digitales implican el escaneo de la película y el uso de software para corregir el color, eliminar el ruido y mejorar la calidad de la imagen. Estas técnicas requieren un profundo conocimiento de la historia, la tecnología y la visión artística del cine.

Restaurar cine no es solo una tarea para especialistas: es un compromiso colectivo con la historia, la educación y la identidad cultural. Cada fotograma rescatado es una ventana a otras épocas, otras voces, otros mundos.

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En un siglo donde tanto contenido se produce y olvida rápidamente, la restauración es una forma de resistencia. Porque olvidar el pasado no solo es perder el arte, es perder la memoria de lo que fuimos.

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