Los niños y niñas en Uruguay tienen derecho a crecer en un entorno familiar seguro, a la protección contra la violencia, a la recreación y cultura, a una educación de calidad, a ser escuchados y a ejercer sus derechos. Aun así, queda mucho por hacer y lograr que todos los niños tengan acceso digno a la educación, cultura, alimentos, entre muchas otras cosas necesarias para su desarrollo.
Ante esto, muchos uruguayos, caracterizados por ser personas con un fuerte sentido de altruismo y solidaridad, trasladan esa actitud de “buen samaritano” en acciones sociales y dan una mano de apoyo a las comunidades a través de ONG. En el barrio Villa Española de Montevideo, funciona una asociación civil sin fines de lucro, llamada Unidos por los Niños.
La asociación funciona en un centro educativo que promueve el desarrollo integral de niños, niñas y adolescentes de bajo nivel socioeconómico y alta vulnerabilidad social. Diario La R conversó con la directora del centro educativo, Virginia Bermúdez, para conocer a fondo la realidad que viven. Ella es fundadora del proyecto que inició como una ayuda que ofrecían los fines de semana a las personas de la zona, sin imaginarse el crecimiento que tendría.
“Al inicio asistíamos juntos a un grupo de voluntarios de la parroquia San Vicente de Paul a realizar actividades recreativas y de promoción de valores a los niños del barrio. Se les daba el almuerzo los días sábados y allí se empieza a tener un mayor vínculo con cada una de las familias, a conocer sus realidades llenas de precariedad: mucha pobreza, abandono de estudios y otras problemáticas sociales que afectan el desarrollo de los niños”, recordó la directora.
Esta actividad no quedó allí; con el pasar del tiempo buscaron la manera de ofrecer una ayuda mayor y sostenida en el tiempo: “Junto a dos voluntarias creamos la asociación civil en noviembre de 2011. Primero nos prestan un salón en la parroquia para poder realizar actividades tres veces por semana y luego conseguimos una donación de dos containers unidos, y nos prestaron una parte del predio de la cancha de baby fútbol del barrio para funcionar ahí y se empezó a dar un apoyo diario a 10 niños”, describió.
La propuesta gustó mucho a los vecinos del barrio y comenzaron a sumarse más niños, y eso llevó a la necesidad de crecer. Virginia Bermúdez explicó que comenzaron a gestionar un lugar con el municipio y se presentaron a un llamado de fondos de la Fundación Trafigura. “Conseguimos un nuevo lugar, pero que estaba abandonado y destrozado, por lo que había que remodelar. Justo se gana el proyecto donde nos postulamos, logramos acondicionar el sitio y así abrimos el centro educativo que tenemos actualmente”.
Ese paso repercutió en una ayuda para 35 niños; aun así, la visión de Bermúdez y sus colaboradores no terminó ahí. Lograron un convenio con el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU), por el Club de Niños y otro por el Centro Juvenil. Al día de hoy atienden a 120 niños, niñas y adolescentes con un equipo de trabajo de 30 personas altamente capacitadas.
Bermúdez, que es licenciada en Gerencia y Administración y en su momento decidió abandonar su realidad y trabajo de oficina para dedicarse al mundo de la ayuda desinteresada, asegura que a nivel personal, es “un tema de convicción” y de “poder dejar un granito de arena en la vida de otros”. «A veces se logran los objetivos y otras no, pero consiste en poder dar oportunidades a las personas”. “Gracias a Dios yo tuve oportunidades de estudios y de formación de valores, por eso creo que todos merecemos las mismas oportunidades y aquí luchamos por eso”, señaló.
Aunque asegura que el camino no ha sido fácil, dice sentirse “realmente plena” con su trabajo y con lo que hace. Por otro lado, argumenta que las personas que se acercan a Unidos por los Niños tienen “necesidades básicas” de alimentación y de vivienda. “Hay familias que si no reciben la comida del centro educativo, no comen en el día. También hay padres con cuatro hijos y todos comparten el mismo cuarto o cama”, puntualizó.
En esa misma línea, aparecen las necesidades emocionales, “que tienen que ver con el desarrollo bio, psico y socioemocional”. “Las realidades vulnerables diarias que viven las familias que se acercan a Unidos generan mucho estrés en el núcleo familiar; a veces son padres sin trabajo o la mayoría tiene muchas changas o trabajos informales, eso hace que un día tengan para comer y otros no”.
Por otro lado, están las necesidades en la parte educativa: “Muchas veces los padres no pueden dar un apoyo a los hijos, ya sea porque están trabajando o porque ellos mismos no terminaron la escuela. Entonces acá les damos una mano muy grande con eso, también para incentivarlos y motivarlos a que sigan estudiando. Después desarrollamos hábitos que tienen que ver con el desarrollo de la persona a nivel humano y de valores; a eso le damos mucha importancia porque el barrio ofrece a los adolescentes un camino que no es el deseado”, dijo.
Dice que su impacto en las personas ha sido realmente positivo, ya que cuentan con el “Proyecto de Fortalecimiento de la Competencia Lectora”, que arroja resultados estadísticos sobre el avance y progreso de los niños. “Es un proyecto que se implementa en otros centros de la red Fe y Alegría, de la que nosotros somos parte, y los resultados muestran mejoría en nuestros alumnos”, informó.
Finalmente, hizo mención de las dificultades que presentan como ONG y que en general pasan por la parte económica: “Eso lo vamos sobrellevando y proyectándonos año tras año”. “Una de las formas de mantenerse es a través de socios y padrinos que nos donan un monto mensual de colaboración. Otra forma es a través de eventos puntuales que hacemos, como ventas de ropa o algún evento a beneficio”.
De igual manera, la directora sigue manteniendo la misma visión del primer día para seguir creciendo: “Tener un salón comedor, un gimnasio cerrado, generar un convenio con CAIF, porque son muchos los hermanitos de los niños que vienen acá que no tienen atención en cuanto a lo educativo” y, en ese camino de largo plazo, tener su propio liceo.
Recientemente, recibieron una donación de dos salones por parte de la Embajada de Japón que les va a permitir aumentar su capacidad de ingreso; aun así, para abastecer a la demanda que se encuentra en lista de espera, necesitan tener el doble de capacidad.
“Cualquier empresa, institución o voluntario que se quiera sumar a nosotros, se puede acercar a nuestra sede en la calle Antonio Serratosa 4042 y ver todo lo que hacemos, todo lo que soñamos, todo lo que queremos lograr. Hay distintas formas de colaborar”, puntualizó.
Recordar que el portal web está a disposición: www.unidos.edu.uy, Instagram: @unidos_uy y el número de celular: 091 203 982.