Somos una de las tantas generaciones que fuimos creciendo con las películas de Disney en la época que solo mostraban a la mujer como ama de casa, en espera de su amado y siempre enfrente a un espejo, que la única pregunta que se le hacía era: ¿quién es la más bonita del reino?, sin tomar en cuenta que lo que realmente importa es lo de adentro, cómo construimos nuestra personalidad, carácter, valores y nuestro accionar en sociedad.
Poco a poco esa idea de “la mujer perfecta” ha ido cambiando, madres, padres, responsables de la educación de los niños y niñas dejan de tomar como ejemplo a seguir lo que nos enseñan las grandes pantallas, se rompen paradigmas y crecemos junto a los más pequeños, con nuevas reglas, nuevas normas, nuevas formas de ver las cosas.
Lo que no nos habíamos dado cuenta en nuestra niñez, era que ya teníamos grandes referentes mujeres, ocultas o poco mencionadas; pero que con el pasar de los años se vienen haciendo más fueres y menos olvidadas, por eso, en ese nuevo espacio “No me digas princesa” iremos hablando semana a semana sobre aquellas mujeres que dejaron huella.
Hoy tomamos como ejemplo a una gran artista mexicana que no tuvo miedo a expresar mediante la pintura como se sentía, cómo veía el mundo, sobre todo, cómo se veía ella en este mundo y cómo afrontó sus dolencias.
FRIDA KAHLO
Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón, nacida en Coyoacán, México en 1907, hija del fotógrafo alemán Guillermo Kahlo y de la mexicana Matilde Calderón.
La niñez de Frida se vio marcada por la poliomielitis, aunque eso no le impidió realizar sus estudios en la Escuela Nacional Preparatoria. Sin embargo, sufrió un trágico accidente en autobús a los 18 años, lo cual le provocó la fractura de varios huesos y lesiones en la espina dorsal que la marcarían de por vida, este fue su primer contacto con el dolor.
Fue una pintora mexicana que también participó en el ambiente de los grandes muralistas de su época. No solo destacó, sino que abrió un camino a todas esas mujeres seguras de sí mismas y de su talento en el correr de los años.
Kahlo creaba una pintura absolutamente personal y metafórica, plasmando siempre aquellos acontecimientos que marcaron su vida; por medio del arte exploraba su identidad, su cultura y su propio dolor físico y emocional.
Rompió con todos los estereotipos, decidió crear su imagen como si de una obra de arte se tratara y quiso enfocarla a la lucha hacia la igualdad. Masculinizó su aspecto permitiendo y aceptando el vello facial, era uniceja, andrógina, minusválida y comunista. Con un carácter fuerte y autosuficiente; defensora del marxismo y de los derechos de las personas indígenas, participaba activamente en política, un rol que estaba asignado casi en exclusiva al género masculino, no se asemejaba en nada a lo que sería un icono de moda convencional del siglo XX.
Sufrió un grave accidente de tránsito a los 18 años que casi le costó la vida. A raíz de esto, tuvo que someterse a numerosas operaciones y pasar largos períodos de tiempo en cama donde aprovechó a plasmar lo que sentía; su pintura se volvió más compleja y reflejó en ella el choque entre sus ansias de felicidad y la constante amenaza de su propia destrucción.
FRIDA Y DIEGO
La relación con Diego Rivera tiene diferentes opiniones, existen aquellos que dicen que el amor entre ellos era único e inigualable y los que comentan que era una relación de dolor y maltrato psicológico.
Se casaron en el año 1929, ella con 21 años y el 46, tuvieron un matrimonio lleno de altibajos, con un divorcio de por medio debido a las infidelidades de ambas partes.
La mujer que se mostraba fuere e independiente se desmoronaba cuando entraba en juego su amor por Diego, pese al maltrato psicológico, ella le perdonaba una y otra vez; defendía que mantenían una relación abierta, pero en base a las cartas que ella misma escribía, parecía más una actitud de resignación.
«No hablaré de Diego como de mi esposo porque sería ridículo. Diego no ha sido jamás ni será esposo de nadie.»
Esta incapacidad de alejarse de la persona que le hacía daño quedó plasmada en las cartas privadas que publicó el famoso libro “Nunca te olvidaré, Frida Kahlo”:
“No me aterra el dolor y lo sabes, es casi una condición inmanente a mi ser, aunque sí te confieso que sufrí, y sufrí mucho, la vez, todas las veces que me pusiste los cuernos… No sólo con mi hermana sino con otras tantas mujeres… ¿Cómo cayeron en tus enredos? Tú piensas que me encabroné por lo de Cristina pero hoy he de confesarte que no fue por ella, fue por ti y por mí, primero por mí porque nunca he podido entender ¿qué buscabas, qué buscas, qué te dan y qué te dieron ellas qué yo no te di? Porque no nos hagamos pendejos Diego, yo todo lo humanamente posible te lo di y lo sabemos, ahora bien, cómo carajos lo haces para conquistar a tanta mujer si estás tan feo hijo de la chingada».
VIDA POLÍTICA
Ambos fueron miembros del Partido Comunista Mexicano, teniendo casi como sede sindical la casa que la pintora habitó durante su vida conyugal la cual fue donada por Rivera y transformada en el Museo que lleva el nombre de Frida Kahlo.
Kahlo mostró sus intereses políticos desde sus tiempos en la educación secundaria, antes de cumplir los 15 años, se integró a “Los Cachuchas”, un grupo juvenil unido por intereses literarios, ideológicos y políticos. Desde entonces, y hasta el fin de sus días, su compromiso político fue una constante en su vida, con frecuencia retratada en sus obras.
“Nací con una revolución. Que lo sepan. Fue en ese fuego donde nací, llevada por el impulso de la revuelta hasta el momento de ver la luz. La luz quemaba. Me abrazó por el resto de mi vida. Adulta, ya era toda llama. Soy de veras hija de una revolución, de eso no hay duda, y de un viejo dios del fuego al que adoraban mis antepasados”
PARTE DE SU VIDA
Dentro de las desgracias de su vida, en 1930 tuvo un primer aborto a causa a las lesiones en la pelvis, sufridas en el accidente y en 1932 cayó en una profunda depresión de la que ya no se pudo librar tras sufrir un segundo aborto.
Este dolor y tristeza constantes los plasmó en una de sus obras: Hospital Henry Ford. En 1953 sufrió otro golpe, tuvieron que amputarle la pierna por debajo de la rodilla debido a una gangrena. Esto la sumió en una gran depresión que la llevó a intentar el suicidio en un par de ocasiones. Durante ese tiempo, Frida escribía poemas en sus diarios, la mayoría relacionados con el dolor y el sufrimiento.
Poco antes de su muerte Frida afirmó: “Cuando muera quemen mi cuerpo. No quiero ser enterrada. He pasado mucho tiempo acostada ¡Simplemente quémenlo!”. Así fue el 13 de julio de 1954, sus cenizas fueron conservadas en la Casa Azul de Coyoacán, lugar que también la vio nacer y donde pasó la mayor parte de su existir. Su último cuadro se exhibe en el Museo Frida Kahlo. Se trata de un óleo que muestra varios cortes de sandía en tonos muy vivos. En uno de estos trozos y junto a su firma se puede leer: «Viva la vida. Coyoacán, 1954, México».
En esta ambigüedad de querer vivir y dejar de existir, Frida Kahlo no deja de ser un ejemplo de supervivencia, lucha, perseverancia y mucha fuerza. Nos demostró que no importaba la época o el lugar donde viviera, fue ELLA en todos los aspectos, una adelantada para el tiempo que le tocó vivir, un ejemplo a seguir.